Romería de Torrijos en el libro Glorias de Sevilla
El libro de 1849, Glorias de Sevilla: En Armas, Letras, Ciencias, Artes, tradiciones, monumentos, edificios, caracteres, costumbres, estilos, fiestas y espectáculos, de Vicente Alvarez Miranda, recoge varias referencias a la Romería de Torrijos en el Capítulo XIII, titulado Otoño. Torrijos y Santiponce. El libro fue publicado por Carlos Santigosa en 1849 y digitalizado por la Universidad de Oxford el 5 de enero 2007. Está disponible al completo en GoogleBooks en el siguiente enlace: [Glorias de Sevilla] [pdf]. Copio a continuación el texto que alude a la Romería:
OTOÑO. CAPTULO XIII.
Torrijos y Santiponce.
"[...] Despues de estos cuatro dias de placer, que son los cuatro primeros de octubre, llega la fiesta del Señor de Torrijos , á la que debemos considerar solamente como una estension dada la primera de Santiponce , si bien variando de lugar y de particulares incidentes.
Asi pues, fingid de nuevo en la imaginacion los mismos festines, las mismas conversaciones, ora de amor , ora indiferentes, y escasas de interés; las mismas escenas de esta ó aquella manera modificadas, los mismos gritos, iguales canciones y contento, é igual alegría; finalmente, abandonad el templo almenado, el pequeño pueblecito que á sus pies se levanta, y la ciudad destruida de Teodosio y en vez de todo esto figuraros una pequeña ermita entre la verde sombra de un delicioso campo de árboles circuida, haced tal ó cual essepcion, añadid algo de nuevo, y podreis decir con la mayor verdad, es la solemne fiesta donde tantas promesas se cumplen, donde se admiran tantos milagros, y donde tantos penitentes descalzos y á pié van á orar y á pedir gracia ante el Señor atado á la columna, confundiendo sus oraciones, con los acentos de alegría de los que van solo y esclusivamente ámatar el tedio y los pesares, dando franca entrada y feliz acogida en sus espíritus á toda clase de diversiones.
Cuando despues de haber conmovido en ella todos los resortes de su sensibilidad, mas ó menos esquisita vuelven álos tranquilos y pacíficos hogares, los hijos de este suelo, que no se han determinado minado á abandonarlo ni por tan corto espacio de tiempo, van á esperar su regreso, constituyendo en hermoso y encantador paseo la calle de Castilla del arrabal de Triana, comunmente solitaria y entonces cubierta de un lujo oriental, de la mas crecida concurrencia, y de elegancia suma; todo dedicado á los que vuelven satisfechos, sí bien estropeados, en los briosos y bien cortados corceles revestidos de los primores de la féria, como rosas, claveles y otras multitud de flores artificiales con otros objetos de esta ó de distinta naturaleza; que suelen colocar, ya en la parte superior del freno de los caballos, ya sobre la copa de sus sombreros andaluces. [...]"