Además de Itálica...
Leonardo García Sanjuán
Profesor titular del departamento de Prehistoria y Arqueología de la Universidad de Sevilla
El Correo de Andalucía. 28/03/2009
La provincia de Sevilla cuenta con un patrimonio arqueológico de primera magnitud, testimonio material de la larga y compleja ocupación humana del bajo valle del Guadalquivir. De ese patrimonio, la parte más visible en la actualidad es la que corresponde a la época romana.
En Itálica, Mulva y la necrópolis de Carmona hay tres conjuntos arqueológicos bien protegidos, cuidados y explicados donde pasar una jornada a la vez placentera e instructiva, aprendiendo cosas sobre las antiguas sociedades que nos precedieron aquí, donde ahora vivimos. Itálica, muy especialmente, representa uno de esos infrecuentes tesoros culturales que merecen ser protegidos y dados a conocer por su carácter único, como ha quedado probado por el éxito de la reciente exposición El rescate de la Antigüedad clásica en Andalucía, organizada por la Fundación Focus.
Menos conocidos son otros tres sitios arqueológicos que, también ubicados a escasa distancia de Sevilla, representan un patrimonio prehistórico y protohistórico de la misma categoría e importancia que Itálica. Estos sitios son Valencina de la Concepción, El Gandul (Alcalá de Guadaíra) y El Carambolo (Camas).
Del poblado prehistórico de Valencina de la Concepción se ha hablado bastante en los últimos dos años por su problemática específica: las alarmas que han saltado con respecto a su integridad patrimonial han sido desactivadas y se han abierto buenas expectativas para desarrollos más positivos.
El sitio arqueológico de El Gandul, quizás menos conocido por el público, cuenta por su parte con un tell arqueológico que consiste en un poblado con una excepcional secuencia de ocupación que abarca desde la Edad del Cobre hasta el Medievo. A su alrededor se reparte una impresionante cantidad de estructuras funerarias de muy diversas épocas: megalitos de la Edad del Cobre, covachas de la Edad del Bronce, túmulos orientalizantes con ajuares fenicios, grandes construcciones mortuorias romanas, etc.
Por otro lado, en El Carambolo, a escasos 5 kilómetros de distancia del Centro de Sevilla, tenemos uno de los enclaves fenicio-orientalizantes más importantes de España, un sitio que, en muchos sentidos, dio continuidad, en la Edad del Hierro, a la ocupación que conoció Valencina de la Concepción en la Edad del Cobre y la Edad del Bronce, y que representa por tanto de forma directa el pasado de Sevilla como ciudad.
De estos sitios, ni El Carambolo ni El Gandul gozan de unas condiciones de protección y puesta en valor análogas a las de Itálica, Mulva o Carmona.
Hace varios años se autorizó la construcción de un complejo hotelero encima de El Carambolo. Tras la realización de las oportunas excavaciones de urgencia, se corroboró lo que se sospechaba desde las excavaciones del profesor Juan de Mata Carriazo en los años cincuenta del pasado siglo y el hallazgo del famoso tesoro, es decir, que se trata de un sitio de enorme valor arqueológico y patrimonial. Ahora, El Carambolo se encuentra atrapado en un enredo urbanístico y legal y, según han denunciado asociaciones ciudadanas, las estructuras arquitectónicas encontradas en las excavaciones arqueológicas se están deteriorando seriamente.
En el caso de El Gandul, afortunadamente, no ha habido proyectos urbanísticos conflictivos con la conservación patrimonial, pero el sitio ha sido objetivo preferente de los expoliadores que actúan con detectores de metales, y muchas de sus tumbas han sido saqueadas. Además, sus túmulos funerarios son a menudo utilizados por aficionados a los deportes de adrenalina, que se pasean sobre ellos a toda velocidad sobre motocicletas de trial o quads. La excelente restauración llevada a cabo hace unos años en el dolmen de El Término, o la realizada anteriormente en un mausoleo romano, aun con ser muy positivas, han sido actuaciones puntuales –y espaciadas en el tiempo– para un yacimiento que requiere de una estrategia de gestión integral.
Tanto El Gandul como El Carambolo y Valencina de la Concepción representaron, en sus respectivos periodos prehistóricos y protohistóricos, lo que Itálica representó para la Bética romana: excepcionales lugares de ocupación humana en la región del Bajo Guadalquivir –o, si se prefiere, lo que hoy es la provincia de Sevilla–. Las condiciones legales y físicas en que se encuentran hoy dos de esos sitios, El Carambolo y El Gandul, necesitan ser mejoradas no sólo porque su potencial como sitios de gran valor científico, educativo y cultural, a escasos minutos de la ciudad de Sevilla, está inactivo, sino porque su misma integridad y conservación pueden llegar a verse amenazadas.
Esto, que no lo aceptaríamos para un sitio arqueológico como Itálica, no debe ser tampoco aceptado para esas itálicas de la Prehistoria y la Protohistoria. Los numerosos impulsos locales, ciudadanos y científicos ya existentes pueden corregir esta situación, pero necesitan ser canalizados y organizados para que los sevillanos y las sevillanas podamos disfrutar del excepcional patrimonio arqueológico que, además de Itálica, tenemos la fortuna de poseer en nuestra provincia.