Breve historia del poder local

José Ignacio Artillo Pabón
Valencina

Los que gobernaban en mi pueblo (Valencina) habían hecho un PGOU salvaje, que acabaría con un patrimonio de gran valor. El PSOE prometió que pondría fin al oscurantismo urbanístico y que gobernaría desde la participación ciudadana.

Aprovechándose de la lucha ciudadana, lograron mayoría absoluta en las urnas. Lo demás es la historia frustrada de muchos pueblos que esperan cambios cuando el poder cambia de manos: lo primero fue acabar con los plenos ordinarios una vez al mes; y controlar la asamblea del partido, a base de convocatorias extraordinarias y de sofocar la crítica interna.

Crearon una comisión de investigación sobre los convenios firmados de la etapa anterior pero nunca la convocaron. Impiden la participación de los ciudadanos, reduciendo la democracia a la lucha electoral y partidista. Dificultan con artimañas el control de los presupuestos, de la política de personal o de los convenios urbanísticios. Decididos a bloquear todo cuestionamiento, en el último pleno votaron "porque somos mayoría", limitan las intervenciones de la oposición. Nada cambia.

El poder local sigue cautivo de los intereses de promotores y propietarios, y de otros clientelismos. Aislados, sin credibilidad ni capacidad de gestión estratégica, confían en que el pueblo asista embobado a su descenso de los cielos a los cuatro años, cortando cintas de megaproyectos y rotondas.

Los ayuntamientos no sólo pendiente el problema de su financiación, sino el de una democracia real que deje oír todas las voces y que permita controlar esa financiación para acabar con el oscurantismo, la falta de rigor en la gestión y los derroches propagandísticos.

Publicado por Andrés Trevilla el viernes, agosto 21, 2009  

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