El final de la Sevilla americana
10-10-07
El final de la Sevilla americana
02:50 CARLOS MÁRMOL
SEVILLA. De Norteamerica al Mediterráneo. El nuevo modelo territorial que la Junta de Andalucía pretende implantar en el área metropolitana de Sevilla -formada por 46 municipios distintos con una población de 1,4 millones de personas- persigue devolver a la Gran Sevilla al pasado, del que -en términos urbanísticos, al menos- quizás jamás debió de moverse. El nuevo Plan Metropolitano, que hoy será objeto de debate entre las distintas administraciones públicas, defiende la implantación de una serie de medidas de contención sobre el crecimiento urbanístico indiscriminado -en relación a lo que ha sido devenir de la aglomeración urbana de la capital de Andalucía en las dos últimas décadas- que buscan evitar la consolidación del patrón de desarrollo que se centra exclusivamente en la proliferación de promociones inmobiliarias ajenas al casco urbano histórico de las localidades en cuyo término municipal se encuentran ubicadas.
Este modelo territorial, conocido por los urbanistas con el nombre de ciudad difusa, se inspira en los Estados Unidos, cuyas áreas metropolitanas se caracterizan por la segregación de las personas (urbanizaciones privadas), las actividades (polígonos industriales separados de las viviendas y centros de negocios ajenos a las tramas urbanas) y la sobreabundancia de infraestructuras viarias (carreteras y autopistas), que obligan a utilizar el coche prácticamente para hacer cualquier cosa. Esta variante de crecimiento, conocida también con el nombre de urbanismo de mancha de aceite, implica un importante consumo de energía, suelo, agua y paisaje natural.
Frente a esta tendencia, que es la que la Gran Sevilla abrazó hace ya dos décadas, cuando comenzó su proceso metropolitano, consentida además por la propia Junta durante este tiempo, los técnicos de la Administración autonómica defienden ahora un modelo territorial en el que se devuelva la importancia al elemento nuclear del urbanismo europeo de raíz mediterránea y clásica: la ciudad. El redescubrimiento de la urbe. De ahí que toda la filosofía que emana de este importante documento urbanístico, que tendrán que asumir todos los municipios incluidos en el ámbito metropolitano, así como los operadores urbanísticos (inversores, inmobiliarias, empresas y dueños del suelo), vaya en esta línea de viajar, casi dos décadas después, al pasado más cercano.
El modelo de la Junta implica que a partir de ahora el planeamiento urbanístico de los ayuntamientos no podrá quebrar -como ha ocurrido en este tiempo- el sistema tradicional de asentamientos urbanos de Sevilla, que se caracterizaba por una ciudad central fuerte -la capital- y una serie de satélites urbanos más o menos próximos -los pueblos- con su propia autonomía y personalidad. Una red jerárquica de ciudades con funciones complementarias pero, en ningún caso, excesivamente dependientes entre sí.
De esta forma, los ayuntamientos ya no podrán autorizar la creación de "nuevos núcleos de población" en sus términos municipales ajenos a su casco antiguo. Deberán también mantener su tamaño -o crecer de forma proporcional a él- y reforzar el papel precisamente de estos espacios históricos -los cascos urbanos- para convertirlos realmente en ciudades en miniatura -en algunos casos no tanta- que permitan no consumir más suelo ni recursos naturales que los estrictamente necesarios. Los ayuntamientos perderán la libertad de la que hasta ahora disfrutaban a la hora de elaborar sus Planes General de Ordenación Urbana, ya que cada una de sus propuestas de desarrollo deberán justificarse ante la Administración en base a una serie de nuevos requisitos -informes de impacto en la movilidad, en la estructura metropolitana y en el mercado económico o de vivienda- que serán evaluados en función de lo que hagan otras localidades metropolitanas. El urbanismo autista practicado hasta ahora -con la bendición autonómica- pasará, de cumplirse estas directrices, a la historia, ya que todos ellos deberán adecuarse al paradigma de "la ciudad compacta", que no es más que la urbe de toda la vida. El sitio donde la vivienda, el comercio, el trabajo y los equipamientos se mezclan.