Al forastero se le integra con ferias
El Correo de Andalucía. 07/12/2008. Antonio Morente
Muchos de los que se instalan en urbanizaciones alejadas de los cascos históricos de los pueblos acaban aislándose y no tienen relación con la población autóctona. Para superar situaciones como ésta, los expertos señalan que para integrarlos hay que aprovechar incluso las ferias y fiestas locales.
“Las fiestas pueden ser uno de los focos de relación más importantes”. Así lo defiende el antropólogo Javier Escalera Reyes, responsable del Grupo de Investigación Social y Acción Participativa (Gisap) de la Universidad Pablo de Olavide, y es que estas celebraciones pueden funcionar como punto de encuentro de residentes autóctonos y nuevos y convertirse en la vía por la que éstos se integren en el pueblo.
Esta reflexión se ha incluido como recomendación en el estudio Integración de nuevos pobladores en las zonas rurales afectadas por las áreas metropolitanas, en el que se advierte de que todavía no hay conflictos abiertos entre estos dos sectores de población, pero que si la actual situación se mantiene no tardarán en producirse. Y por eso hay que buscar fórmulas de integración entre dos bandos que se miran con creciente recelo: los recién llegados reclaman más y mejores servicios, mientras que los lugareños les critican su aislamiento y su falta de implicación con el pueblo, además de temer que con su creciente número acaben quitándole su esencia al municipio.
Así las cosas, las fiestas pueden ser un camino. Se recomienda por ejemplo que los recién llegados tengan caseta propia en las ferias –“para que no estén de prestado”, apostilla Escalera Reyes–, tal y como se hace en Umbrete, donde también eligen a una dama de las fiestas de los residentes en la barriada nueva. Los ayuntamientos deben jugar un papel activo, de ahí que se les inste a organizar veladas en los barrios nuevos.
Eso sí, en el estudio –elaborado por siete grupos de desarrollo rural de Sevilla, Granada, Huelva y Málaga coordinados por el de Aljarafe-Doñana– Escalera Reyes reconoce que aún con la feria más integradora hay otros factores, entre ellos el de la clase social y el sector socio-económico del nuevo residente. “Muchos que llegan a un pueblo lo hacen con un sentido de superioridad”, así que por mucha fiesta local que haya no servirá para mucho.
También influyen los motivos por los que se acaba aterrizando en una de estas urbanizaciones. Los hay que buscan más calidad de vida, y éstos igual son muy elitistas que lo contrario, buscan el contacto con el lugareño porque precisamente quieren integrarse en su estilo de vida. También están “los que llegan por necesidad, están ahí porque no pueden estar en otra parte” por el precio de las viviendas. En muchos de estos casos “no les satisface nada de lo que les rodea” y se aíslan en sus urbanizaciones, aunque si tienen niños se ven obligados a relacionarse con más gente.
Colegios. Precisamente en relación con los escolares, el estudio (que en Sevilla analiza las comarcas de Aljarafe-Doñana, la Vega y el Corredor de la Plata) recomienda que se acondicionen las entradas de los colegios como punto de encuentro entre los padres. Así pueden funcionar como “espacios informales” que permitirán “de forma natural y voluntaria una red de contactos”.
Entre las soluciones que se plantean para mejorar la integración se apunta la necesidad de animar a los nuevos a empadronarse y, sobre todo, que hay que mejorar los transportes públicos por una triple razón: es una reivindicación permanente de los nuevos residentes, conecta los diferentes núcleos del municipio y recorta la dependencia del vehículo privado, que sigue desbocada al alza. A todo esto ayuda el modelo urbanístico disperso, que el Instituto Universitario de Arquitectura y Ciencia de la Construcción de la Hispalense, a través de Jorge Benavides, define como el de las 4 D: “Depredador, disperso, distinto y despilfarrador”.